Soy fan de Star Wars ya desde hace algún tiempo y hay, por supuesto, cosas que no logró entender y que cada vez me resigno más a que eso no va a ocurrir. Una de ellas es lo inútiles que son los Jedis.
Su personalidad y habilidades están lejos de ser las de una persona sabia, segura de sí misma y con una fuerza que solo pocos logran, incluso, entender sino más a la de alguien arrogante, ahogado en su propio conocimiento. Perdonen fanáticos de la saga, pero creo firmemente en que estos seres, cuya conexión con la Fuerza es única, sirven pa’ dos cosas.

A los Jedis se les infiltra en el senado uno de los Sith más poderosos de la historia y no se dan cuenta. Había que solo verle la cara a Palpatine para no fiarte de él. Los niños los engañan, creen cualquier mentira de quien venga, hackean con facilidad sus “sistemas” de seguridad, toman el control de su ejército de troopers y así un montón de trucos más que pasan por alto.
Uno es iluso y cree que con el paso del tiempo eso va a cambiar (como la reivindicación que tuvo Darth Vader en Rogue One. Nunca antes lo habíamos visto tan poderoso y temible) pero no y parece que en Acolyte, la nueva serie de Star Wars en Disney+, estaremos lejos de eso.
La historia ocurre 100 años antes de los sucesos del Episodio I, cuando se vivía el apogeo de la Alta República y justo los Jedis viven su momento más glorioso y apoteósico, brindando una aparente paz a toda la galaxia.
Paz que se ve amenazada cuando una maestra Jedi es asesinada (si me lo preguntan, de una forma absurda) por una joven aprendiz de la Fuerza llamada Osha (Amandla Stenberg) o al menos eso es lo que nos hacen creer, hasta que conocemos que en realidad es alguien más quién está detrás de ese crimen. Ella es detenida por su antiguo maestro llamado Sol (Lee Jung-jae) y dos de sus padawans. Así que Osha intentará comprobar su inocencia mientras que al mismo tiempo una serie de crímenes mortales en contra de otros maestros de la Fuerza continúan ocurriendo.

Si bien inicié esta crítica con bastante hate a la inoperancia que durante toda la saga han mostrado los jedis, si que hay cosas que rescato de estos dos primeros episodios y que me atan a la esperanza de ver un buen producto.
Leslye Headland, creadora y showrunner de la serie, se siente libre. Al no estar ligada 100% a la familia Skywalker y a toda la historia que ya conocemos de Star Wars, ha ido creando un microuniverso dentro de éste: armas, criaturas, vestimentas, tecnología y no repara en las consecuencias que lo que va contando podría tener en ese “futuro” ya sabido.
En pocas palabras, difícilmente, lo que ocurra en Acolyte, cambiará en su totalidad, lo que ya nos han contado antes.
También se permite jugar con un tono mucho menos serio que las series de Disney+ anteriores y el feeling que me recuerda es más a lo que hemos visto en Rebels: Historias juveniles, con toques cómicos, un ritmo más sencillo y sin tomarse tiempo de más en explicarnos cosas que no tienen mucho sentido.

El primer episodio es más tedioso que el segundo, pero es en éste, donde sentí que la narrativa cobra sentido y donde llamó lo suficiente mi atención para seguir atento a ella.
Lo único malo es que no creo que Acolyte veamos esa esperada reivindicación que los Jedis merecen y para mí, a sabiendas de la línea temporal en la que ocurre esta historia, es una GRAN oportunidad que se desperdicia. Ojalá me callen la boca y nos regalen ese momento. Mientras tanto, aquí seguiremos. Resistiendo.
