La última edición de La Mole fue a mediados de marzo pasado, y uno como visitante va
teniendo una idea de lo que se encontrará en los pasillos: venta de cositas que seguro vas a
querer comprar, cosplay desde el más sencillo hasta el que detiene multitudes de lo
impresionante y bien hecho, y turbas de gente buscando tomarse foto con todos ellos. Entre
todo ese caos, este año apareció un personaje que se robó el corazón de muchos: La
mamá reparadora.

“Ayudando a mis hijos y a todos aquellos que lo necesiten! Lo hago de todo corazón sin buscar algo a cambio.”

Fue lo que publicó la señora Azmin en sus redes, junto con una foto en el WTC de la CDMX
en la que aparece equipada para cualquier inconveniencia: cinta canela, silicón frío,
seguritos, y un montón de herramientas que cualquiera extrañaría en medio de una
emergencia cuando estás a punto de subir al escenario, a punto de concursar por el premio
para el mejor disfraz e interpretación de personaje.
Cuánto bien ha hecho su aparición en la convención, que todos nos enternecimos al verla
entre los pasillos siendo un ente salvador que cualquiera dentro del mundo de los fans del
cine, los videojuegos, o los comics, hubiera querido encontrarse unos diez años atrás,
cuando era de lo más normal el juzgar de antemano a cualquiera que confesara su afinidad
con una saga de culto o un juego del N64.
Tal vez esta mamá reparadora no lo sabe, pero está rompiendo un paradigma y ayudando a
reparar algo más que un cosplay roto en el último momento. Por ahora, el reconocimiento le
ha llegado, y la organización de La Mole ya la está buscando para poder invitarla a su
próxima edición de la Animole, a finales del próximo septiembre en el lugar de siempre: el
WTC de la Ciudad de México.